Con la llegada del frío y los cambios de temperatura en las estaciones de otoño e invierno se eleva el riesgo de contagio de la gripe, sobre todo en aquellas personas más vulnerables, como los niños menores de 5 años, las personas mayores de 60 años o los pacientes inmunodeprimidos. Los contagios por esta enfermedad hacen que se incremente la tasa de hospitalización, la mortalidad y la demanda en recursos de salud durante esta época del año. Aunque la vacunación es la mejor forma de prevención de la gripe, conviene conocer una serie de pautas sencillas como: lavarse las manos frecuentemente, utilizar pañuelos descartables, ventilar las habitaciones, consumir alimentos ricos en vitaminas A y C, beber abundante cantidad de liquido, realizar actividad física y evitar cambios bruscos de temperatura.